Cuando en la noche te envuelven,
las alas de tul del sueño
y tus tendidas pestañas
semejan arcos de ébano,
por escuchar los latidos
de tu corazón inquieto
y reclinar tu dormida
cabeza sobre mi pecho,
diera, alma mía,
cuanto poseo,
! la luz, el aire
y el pensamiento!
G. A. Béquer.
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